EDITORIAL: Llover Sobre Mojado.

2018-08-12 256

Esta nota no perderá vigencia en ningún año por esta época, porque la historia se va a repetir por sécula seculerin, así como se ha repetido desde hace treinta años.

Las inundaciones, las sabanas anegadas, los campesinos afectados y damnificados; los pañitos de agua tibia con entrega de mercaditos, los compromisos vanos de solución y las cuantiosas pérdidas de cada invierno.

Lo único distinto de esta estereotipada historia es que las islas golpeadas por las crecientes del río Arauca y la margen derecha del lecho le han cedido terreno al paso de las aguas.

Cada año el río en su recorrido caprichoso quisiera buscar un nuevo curso carcomiendo riberas, playas y ocasionando estragos a los campesinos de Saravena, Arauquita y Arauca.

Ningún gobernante ha tendido la sabiduría, ni ha buscado la asesoría de los que saben de hidráulica para generar una solución estructural al fenómeno que cada año repite la historia.

Algunos gobernantes en su solemne ignorancia hicieron intentos de mediana solución, con resultados inútiles, porque cuando se cree que llegó la solución, el río se torna indomable y se lleva de manera rebelde lo que se ha construido.

El defecto consuetudinario de los gobernantes, es que no saben aprovechar la época de verano para poner en marcha las obras que se necesitan para llevar tranquilidad a ganaderos, campesinos y habitantes de veredas de la margen derecha.

Antes se decía que el presupuesto se aprobaba en junio y por ello los giros se hacían en medio de las lluvias y las crecientes de caños y ríos, dejando resultados altamente negativos.

Ahora que el presupuesto se aprueba en noviembre del año anterior, no se ejecuta por razones de tramitomanía en el mes de enero, ideal porque el sol está en pleno apogeo estival.

Mientras nuestros campesinos siguen sufriendo los embates del Arauca vibrador, caños y ríos que anualmente les pasa cuenta de cobro por los altos índices de deforestación, nosotros desde esta tribuna seguiremos orando al Rey del Universo para que un día se apiade de nuestros finqueros, ganaderos y campesinos, regalándonos un río manso y juicioso.

La salvación del río no está de manera exclusiva de los aciertos de un gobierno con obras eficaces de defensas, está en la conciencia ecológica de quienes amamos la reserva ecológica.

Todos tenemos la palabra, o salvamos el río Arauca o dejaremos que los depredadores se encarguen, como lo vienen haciendo, para que al final del camino alguien nos diga; que ya no hay tiempo de llorar.